lunes, 19 de septiembre de 2011

S.

Da igual que el mundo se caiga a pedazos, Fito.
Da igual, porque seguirán habiendo sonrisas
que acaban por arreglarlo todo.
: )

Breathe

Cada uno de mis suspiros. Respira.
Una por una mis miradas. Despacio

Para y relaja tu cuerpo, unicamente respira. Respira una y otra vez, disfruta del sonido que sale de tu boca, del susurro de tus labios, tan tranquilo.
Respira y deja que el aire inunde cada rincón de ti, y al expirar siente como tu esencia se reparte e inunda por igual la habitación.
Respira, susurra...

Gotas frías

Cuando aquel ocaso nos dio la bienvenida.
Cuando las calles eran silenciosas y guardaban nuestro secreto.
Escucho ahora como susurran mis paredes que tantas veces oyeron hablar de ti, tambien de mi, pero sobretodo de ti. De como te escondias, de como todavía intentas esconderte.
Escúchalas tú tambien. Te ayudará a entenderme de una vez.
Porque sólo ellas han oido esas palabras que sólo se dicen cuando no hay nadie más.

lunes, 18 de abril de 2011

Y vuelvo a mirarte


Te miro. Me miras y sonríes. Sonrío y suspiro. Pero no dices nada, ausente y, como siempre, inalterable. Yo  atacada de los nervios, moviendo los pies inconscientemente, absorta de la realidad y sumergida en mi vieja nave del tiempo. Pero permíteme que te diga que odio cuando callas, cuando tienes mil cosas que decir y aún así tus labios permanecen quietos, como siempre, inalterables. Cuando me observas a escondidas desde lejos y al cruzar mi mirada con la tuya mires al suelo. Cuando  con solo un gesto me den ganas de abrazarte y no pueda hacerlo. Cuando no me queda otra que quedarme aquí, en mi aburrido mundo ficticio, aislada de todo en mi vieja nave del tiempo.

Nadie me volvió a besar

Aquel beso. El último, que sentenció la despedida, fue como borrar de la memoria todos los demás. Desde ese momento empecé a echarte de menos, de esa manera especial mía. Ahora me moja la lluvia cuando llevo paraguas tampoco mi vetusta manta calienta mis pies como antes. Camino perdida, paseando las yemas de mis dedos por las rugosidades de la pared, también te extrañan. Desde que te fuiste nadie se levanta temprano para hacer café y nadie dibuja sonrisas de madrugada en el cristal del baño. Desde que te fuiste no duermo, me entretengo recordándote, hasta que la luz naranja del amanecer inunda nuestra habitación. Y, aunque lo intento, no dejo de echarte de menos, de esa manera especial mía.





jueves, 24 de febrero de 2011

La representación va a comenzar


Siento que se me encoge el corazón al ver todo esto, todo lo que llevo esperando más de dos años, todo lo que yo había soñado millones de veces. Por fin estoy aquí, escondida entre bambalinas, limitándome a pasar desapercibida mientras observo todo a mí alrededor. El telón está arriba, mi vista se detiene en el patio de butacas ahora vacío, me es imposible imaginarlo lleno de personas mirando hacia el escenario. El teatro parece aún más grande cuando no hay nadie.
A lo lejos, al otro lado del escenario, apartado en un rincón con su ordenador, está el Director del musical. Aún no se ha vestido ni maquillado para el papel, lleva unos pantalones vaqueros y una camiseta blanca con el logo de la Asociación, pero pronto cambiará la ropa cotidiana por su traje de trovador. No tiene el pelo muy largo, sus rizos café le caen a ras de los hombros, rozándole el cuello y gran parte de la cara.  Él no hace más que apartarlo de su frente constantemente. Parece estar ocupado haciendo algo, pero la verdad es que solo está fingiéndolo, quiere distraerse por un momento y tener un rato para pensar, para reflexionar en silencio.
Está tenso, tan concentrado en sus pensamientos que cuando se le acerca una de las componentes del cuerpo de baile da un bote en la silla y ríe nerviosamente. La bailarina ya está vestida y maquillada. Pantalones rotos en tonos grises y azules, al igual que su camiseta. Pelo completamente despeinado adrede, pintado con colores verdes, rojos, azules... Me asusto al mirar con más detalle su cara, cada ojo maquillado de mil colores, dibujando formas abstractas. Pero ella no es la única con esa pinta, todo el cuerpo de baile parece salido de una revista moderna y extravagante, de un extraño arcoiris de colores.
Tras despejar las dudas sobre su colocación en el cuerpo de baile se dirige a los camerinos, pero antes de llegar se cruza en su camino otro bailarín agobiado por una coreografía. Le pide un poco de ayuda con los movimientos, pues aún habiendo ensayado muchas veces siente la inseguridad de última hora, en realidad todos están igual, todos tienen miedo a fallar y tirar por la borda todo el trabajo. Ambos comienzan a bailar lentamente corrigiendo fallos. Al terminar se sientan, satisfechos a descansar, observando y hablando sobre la presión que están sufriendo algunas personas, como por ejemplo una de las cantantes principales. Aunque ya preparada con su vestido de gasa rosa y el pelo completamente arreglado continúa sentada a los pies de las escaleras que llevan a los camerinos.
Con los ojos cerrados,  sumergida en su propia burbuja tararea para si una de sus canciones. Teme que cuando llegue el momento la memoria pueda jugarle una mala pasada, teme a la vergüenza, teme decepcionar a sus compañeros, quiere asegurar la letra de su canción mirando el libreto que sostiene sobre sus rodillas. Mueve el pie derecho al ritmo de la melodía mientras susurra la canción una y otra vez.  
Uno de los jóvenes breakers se le acerca y bromea quitándole el libreto y sentándose a su lado entre risas. Ella también ríe, dándose cuenta de que no debería agobiarse tanto, que debería disfrutar de todo esto al igual que él y su pandilla.
Estos chicos son posiblemente los que más están disfrutando con las representaciones,  ni ellos mismos pueden hacerse a la idea de que van a bailar delante de 600 personas que aplaudirán, satisfechas, su esfuerzo. Les noto en la mirada esas ganas, esa fuerza. Se lo noto cuando se miran entre ellos sonriendo sin motivo alguno.
Los chicos restantes del grupo bajan muy deprisa las escaleras, gritando, riendo y bromeando. Todos ellos llevan la cara pintada en tonos azules, spray de colores en el pelo… Visten únicamente unos pantalones manchados y descosidos, las zapatillas que siempre usan para bailar y un par de rodilleras.
Estos jóvenes ya están listos, no tienen nada más que hacer, van al patio de butacas y se sientan a esperar, a relajarse un rato. Desde esa perspectiva ellos también pueden observar todo lo que está ocurriendo en el escenario.
Ahora mismo, en la parte derecha, hay un grupo de 4 cantantes, que calientan voz haciendo diversos ejercicios de respiración y entonación. Más a la izquierda los tramoyistas y los encargados del movimiento de los decorados en el escenario discuten sobre la colocación de uno de los elementos de attrezzo. Forman parte del equipo técnico de la asociación, por lo que llevan la camiseta negra con el logo de Spirale en la espalda. Aunque ellos no salgan a escena están muy orgullosos del trabajo que han desempeñado para sacar adelante este gran proyecto. Y ahora los que verdaderamente están saturados de trabajo son ellos. En la parte de arriba, al final del patio de butacas, desde la mesa de sonido y de iluminación realizan las últimas pruebas. Aquí abajo, en el escenario, marcan con cinta aislante fluorescente puntos claves en los que deberán situarse distintos “trastos” que darán vida a este espectáculo.
Quiero evadirme por un momento del ruido. Cierro los ojos. Siento una brisa helada que entra por la puerta trasera de carga cada vez que alguien entra o sale, no permanece cerrada más de 5 segundos sin que alguien vuelva a abrirla para respirar un poco de aire fresco. Ya puedo distinguir el aroma a incienso que inunda el teatro y nos traslada al frío y oscuro interior de las catedrales. Han bajado el telón, puedo oír la música de ambiente sonar, lo que significa que el público comienza a entrar, que no queda nada para que esto empiece.
Sigo con los ojos cerrados, cada vez oigo más y más voces provenientes de la sala. Tengo curiosidad por ver qué está pasando ahí fuera, cuando me asomo veo los asientos ocupados, la gente se va  acomodando en su butaca.
Empiezo a sentir un fuerte cosquilleo en el estómago, y ahora soy yo la que tiene miedo y está nerviosa. Mis compañeros pasan por mi lado y me sonríen, se lo que quieren decir con esa sonrisa, “va a salir bien, tranquila”. Sí, yo se que va a salir bien, tengo otra extraña sensación que me dice que no hay porqué preocuparse.
Suena el aviso de 3 minutos. Noto un pequeño revuelo entre la gente, ahora andan más deprisa, hablan fuerte, e intentan tranquilizarse los unos a los otros. Yo me aparto de donde había estado todo este tiempo, me alejo un poco de la multitud que se amontona en la ventana observando la cantidad de público a la que iban a enfrentarse.
Suena el aviso de 1 minuto. Los que deben salir en la primera escena ya están colocados en sus posiciones, temblando y deseando que empiece cuanto antes. Los demás se abrazan y desean suerte entre ellos, los más jóvenes siguen riendo, como si todo esto no fuese con ellos, pero en realidad no es más que una pose. Ahora todos estábamos nerviosos, todos queríamos ver cuanto antes el fruto del trabajo realizado durante tanto tiempo, ahora todos éramos uno sólo.
Siento que se me encoje el corazón al escuchar las palabras con las que tantas veces había soñado. Por fin. “La representación va a comenzar”.

Llegas y lo llenas todo. De la forma más natural de todas, de la manera más simple y primitiva que existe. Nos encerramos dentro de todo l...