lunes, 18 de abril de 2011

Y vuelvo a mirarte


Te miro. Me miras y sonríes. Sonrío y suspiro. Pero no dices nada, ausente y, como siempre, inalterable. Yo  atacada de los nervios, moviendo los pies inconscientemente, absorta de la realidad y sumergida en mi vieja nave del tiempo. Pero permíteme que te diga que odio cuando callas, cuando tienes mil cosas que decir y aún así tus labios permanecen quietos, como siempre, inalterables. Cuando me observas a escondidas desde lejos y al cruzar mi mirada con la tuya mires al suelo. Cuando  con solo un gesto me den ganas de abrazarte y no pueda hacerlo. Cuando no me queda otra que quedarme aquí, en mi aburrido mundo ficticio, aislada de todo en mi vieja nave del tiempo.

Nadie me volvió a besar

Aquel beso. El último, que sentenció la despedida, fue como borrar de la memoria todos los demás. Desde ese momento empecé a echarte de menos, de esa manera especial mía. Ahora me moja la lluvia cuando llevo paraguas tampoco mi vetusta manta calienta mis pies como antes. Camino perdida, paseando las yemas de mis dedos por las rugosidades de la pared, también te extrañan. Desde que te fuiste nadie se levanta temprano para hacer café y nadie dibuja sonrisas de madrugada en el cristal del baño. Desde que te fuiste no duermo, me entretengo recordándote, hasta que la luz naranja del amanecer inunda nuestra habitación. Y, aunque lo intento, no dejo de echarte de menos, de esa manera especial mía.





Llegas y lo llenas todo. De la forma más natural de todas, de la manera más simple y primitiva que existe. Nos encerramos dentro de todo l...