Los excesos nos hacen sentir vivos

Escribir hasta que te duele la muñeca, dibujar hasta tener grabado el sonido del lápiz arañando el papel, escuchar música hasta interiorizar la melodía y hacerla parte de ti, leer hasta que se cierran los ojos queriendo introducirse en la historia, dormir hasta perder la noción del tiempo, bailar hasta que te tiemblen las piernas, enamorarse tanto y tan fuerte que todo el mundo pueda escuchar las mariposas dando vueltas en tu estómago. Dormir hasta soñar sólo contigo. Besar hasta sentir que ya no eres tú quien mueve tus labios y que son estos los que te manejan a ti, abrazar hasta expulsar todo el aire de tus pulmones, cantar hasta rasgar la voz, reír hasta que duelan las mejillas.

Un punto de inflexión en mi vida.

El momento en el que todo parece cuadrar y arreglarse poco a poco. Cada vez soy más fuerte, cada vez me siento más segura, y cada vez tengo más ganas de saber que me depara el futuro. No quiero quedarme quieta a ver como las cosas pasan sin más, quiero dejarme la piel en todo lo que haga, y hacer que todo valga la pena. 

Quiero pasar tiempo con la gente que me importa, quiero disfrutar de las cosas buenas que la vida a veces nos regala. Porque pasan cosas buenas, cada día, aunque no lo sepamos. 

Y si estás viviendo un buen momento disfrútalo. Disfruta cada instante, cada segundo.

Yo tengo la suerte de poder decir que estoy a gusto con mi vida, con el momento que estoy viviendo ahora mismo. Y voy a gritar lo feliz y plena que me siento, porque no sé cuanto durará esta etapa efímera de mi vida, pero si sé que voy a exprimirla al máximo.