sábado, 21 de agosto de 2010

Día rutinario

Terminar de desayunar con la mochila ya a la espalda. Gritar un: ¡Me voy! Y cerrar la puerta al escuchar la respuesta. Esperar el ascensor. Echarse cacao y abrocharse la camisa. Salir a la calle, y mirar la hora, para saber si correr o no. Correr. Esperar a oír la música, y dar comienzo a las 6 horas rutinarias. Quelle heure est il?. Hasta mañana. Llegar a casa, quitarme los zapatos y ponerme la sudadera de siempre. Discusión entre macarrones. Siesta, con la sintonía de fondo de cifras y letras. Ducha de agua fría y pelea con el pelo. Fus Fus Fus. Quedarme embobada con él. Mirar por la ventanilla del coche. En casa sigue oliendo a macarrones, o tal vez a discusión. No, esta vez son macarrones.

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